A LA PARROQUIA SAN
ROQUE EN SU OCTAGÉSIMO PRIMER ANIVERSARIO DE VIDA PARROQUIAL
Este 26 de enero celebramos el octagésimo primer aniversario de vida parroquial de la Benemérita parroquia de San Roque, quiero llamar vuestra atención para invitarlos a recorrer con vuestra memoria, el camino andado por nuestra parroquia, desde aquellos gloriosos días en que los anhelos y esfuerzos de nuestros ancestros se empeñaron en hacer de un pequeño caserío una gran parroquia, un emporio de trabajo, producción y generosidad, que paulatinamente forjaría el carácter de los hombres y mujeres de esta prodigiosa tierra; agricultores, ganaderos, ingeniosos inventores, artesanos, artistas y claro está talentosos letrados que se dispersaron por el país y el mundo en alas de sus pretensiosas metas. Pero quienes merecen el mejor recuerdo de nuestra memoria, son los cañicultores, artesanos de la caña, creadores de dulces delicias que con aroma y sabor inundaba la verde campiña parroquial.
Para ellos y por ellos, por esos hombres y mujeres que en el
anonimato de la historia, pero en la presencia de la vida cotidiana, con
múltiples vivencias, sorteando hambres, intrigas cotidianas, codicias y abusos,
de autoridades locales, regionales y nacionales, en análoga historia de todos los
campesinos, con su trabajo denodado marcaron con estelas de sangre y sudor el
barro que ha fraguado al sanroquense de hoy, queremos dedicar este homenaje, a
esa estirpe ancestral que piedra a piedra, bloque a bloque, con madera del
cerro y chacla del valle construyeron sus humildes hogares y también la
portentosa primera capilla parroquial.
Hoy San Roque, al cumplir sus 81 años de vida, es un
variopinto conglomerado humano, con múltiples matices, acomodado con prisa al
estilo de vida contemporánea. Pueblito del valle con aroma de mango, sabor
dulce de caña, y añoranzas de tarde de verano, eres nuestra mejor herencia,
porque el rojo de tu suelo gredoso, la acelerada brisa de tus frías cumbres y
el inclemente sol del mediodía pintaron nuestra piel grisácea, en las largas
jornadas de interminables chacras. Porque la calidez de tus noches plenilunares
acunaron con ternura apasionados romances, porque tus caminos zigzagueantes
dieron pábulo a mis ansías juveniles de
explorador, y tus quebradas cristalinas con dulzura de regazo materno calmaron
mi sed de caminante.
Los hijos de un pueblo son mucho más que sus moradores,
están hechos de ese pueblo, de su barro, de su sol, de su viento, de su frío y
su calor, de su memoria, de sus frustraciones y logros; los hijos de un pueblo
son ese pueblo, lo viven, lo sienten, lo perciben, corre por sus venas, se
refleja en su rostro, en su caminar, en su forma de hablar, de mirar y de
pensar. Por ello aquellos hijos que son de ese barro, nunca olvidan su tierra,
no quieren, no pueden porque sería condenarse al olvido de sí mismos, negar su
historia, sus padres, su hogar. No importa cuán lejos estén, los verdaderos
hijos de la tierra jamás la olvidan, jamás pueden porque ellos son un pedacito
de esa tierra, de esa historia, los pueblos son mucho más que las casas, sus
calles y sus campos, son el amasijo perfecto de todo ello más sus hombres y
mujeres, su historia, su memoria y su cosmovisión.
A tu prodiga memoria benemérita parroquia de San Roque.
Fredy Torres
Acaro.
C.C. Nº
0702073503