Homenaje a la
parroquia San Roque en su octogésimo tercer aniversario
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Bandera de la parroquia San Roque. |
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Escudo de la parroquia San Roque. |
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Maqueta de la parroquia San Roque de los años 50 (Debe quitarse la fachada de la iglesia que para entonces no estaba así) Maqueta elaborada por Jorge Sánchez G. |
“San Roque hermoso pueblito que yo adoro” es el verso
sublime con el que nuestro querido poeta Criollo Víctor Manuel Gallardo empieza
una de las canciones iconos de nuestra parroquia, que catada por otro de los
preciados talentos sanroquenses, ensalzan la belleza, la dulzura, la ternura de
nuestro pueblo. Un pueblo de historia profusa, de luchas, de penurias, de
alegría y de mucha fe. Un pueblo que ha recorrido paso a paso los largos
senderos de su historia, desde aquel faical de árboles ralos que entre sus
frondosos árboles dejaba espacio suficiente para caminar y hasta para
utilizarlos como percheros colocando en ellos productos a la venta, tal como
contaba entusiasmado, Don Víctor Murillo Herrera “En la planicie que hoy es el
centro de San Roque había muchos faiques grandes y frondosos. En tiempos de
verano venían algunos comerciantes peruanos que ingresaban por el río Pindo y
se colocaban a vender sus productos: telas, artículos plásticos, etc”(Torres & Gallardo, 2015, p.
97).
Sí, así nació nuestra parroquia con unos cuantos aventurados hombres y mujeres
que decidieron cohabitar este espacio rural y luego por la fuerza de las
necesidades construyeron paciente, pero de forma continua aquellos elementos
que dan imagen a una localidad rural y a la vez satisfacen las necesidades del
grupo humano asentado en ese espacio. Surgió una escuelita entre bagazos,
trapiches y caña, donde Benjamín Apolo enseñó letras y números a los primeros
sanroqueños; luego la fe religiosa como la argamasa moral de los ecuatorianos
nacidos bajo la visión de los conquistadores unió a los moradores y los incitó
a traer un santo a quien profesar devoción, en quien ampararse y de quien
sentirse protegidos en las cosas de la fe, un 18 de octubre de 1909 José Romero
acompañado de otros feligreses trajo de Cuenca la imagen de San Roque, que
desde entonces identificaría al poblado y hoy parroquia. Fue mucho el trabajo
comunitario para construir una capilla, luego una iglesia, y posteriormente
otra mejor. Pero no solo en este ámbito se trabajó, se construyó escuela, Casa
Comunal, planta de agua, una planta de energía hidráulica propia de la
parroquia, claro que solo abastecía a unas pocas casas del centro, pero en
aquellos tiempos fue toda una proeza. Desde la iglesia el sacerdote, Guzmán Ayora
se calzó las botas de sus feligreses y juntos construyeron la carretera San
Roque el Portete a pico y pala. Fueron nuestros ancestros importantes
emprendedores, trabajaron con espíritu de comunidad, como contaba Don Víctor
Romero, en San Roque surgió una importante cooperativa que comercializaba
productos de primera necesidad, tanto los propios como los venidos de fuera,
tuvieron bodegas, almacén, contabilidad y hasta un sistema de seguridad propio,
que funcionaba activando las campanas de la iglesia para llamar a los vecinos a
defender sus bienes. Tal era la importancia de la cooperativa que para los años
70 del siglo XX, comercializaba “5 arrobas de queso, 10 u 11 arrobas de carne
por semana. Se llegaba a comprar en época de cosechas, de 90 a 80 quintales de
café por semana. En uno de los años de funcionamiento de la precooperativa, se
llegó a entregar más de 700 quintales de café a UNCOPORO” (Torres y Gallardo, 2015, p.
240).
Esto y mucho más constituye la rica historia de San Roque,
los tenientes políticos que dependían del gobierno central y sus ayudantes los
celadores, entonces ubicados en cada barrio de la parroquia eran responsables
de la seguridad de los ruralianos. En el centro parroquial cada domingo los
tenientes políticos y sus secretarios levantaban actas de furibundas grescas entre parroquianos
embriagados. En el centro parroquial funcionaban algunas peluquerías, la más recordada
la de Don Emiliano Gallardo, donde después trabajaron algunos otros maestros de
la peluquería como Don Lucho Torres Torres. La diversión para aquellas fechas,
las cantinas donde se expendía licor, los billares, las peleas de gallos. Justo
atrás del segundo pabellón de la escuela había una cancha cerrada con guadúa
donde se practicaba la pelea de gallos. (Para nada estoy de acuerdo con esta
práctica, pero es un dato histórico, por eso lo menciono). San Roque, la
parroquia verde de inmensos cañaverales, de olorosa miel que perfumaba la briza
del atardecer. La tierra de los mangos cargados de aroma y dulce, de cafetales
en flor que llenaban de azar las extensas praderas, la tierra cuna de
civilizaciones antañas que duermen en sus cerros la larga espera de que un
estudioso las identifique y cuente al mundo como eran y que hacían esos hombres
y mujeres que poblaron esta tierra antes de las generaciones de que aún tenemos
memoria.
San Roque tierra hermosa, de bellas mujeres de bucles de oro
y cascadas doradas que en su lozana juventud prendieron idilios que el tiempo
no ha podido borrar. Tierra de sangre colorada de enorme riqueza intelectual y
cultural, historia sembrada de talentosos escritores, como Darío Romero, quien
se destaca por escribir poesía y narrativa loando a San Roque en su
parroquialización, manuscritos que lamentablemente se han perdido. Y como este
sanroqueño muchos más dedicados al ejercicio literario ayer y hoy, cuyos
nombres prefiero omitir por temor de no abarcar a todos. Talentosos artesanos,
maravillosas alfareras, tejedoras, bordadoras, artesanos dedicados a la madera.
Y por supuesto no faltaron los hijos de esta tierra apegados a la ciencia
y tecnología que con ingenio prodigioso
inventaron y construyeron piezas mecánicas de gran utilidad social y enorme
potencial tecnológico, recordemos la piladora creada y montada por Don Plácido
Gallardo, quien desde muchas miradas era un genio de la mecánica. Como el
seguramente habrá muchos más. Ni que hablar de talentos artísticos, músicos,
compositores, cantautores, fotógrafos. Cultivadores de las ciencias sociales,
historiadores, sociólogos, educadores, y muchos más, aunque haciendo referencia
al pasado la gran mayoría de ellos de forma empírica. De las nuevas
generaciones no hay necesidad de destacar sus logros, seguramente más del 80% de
la población tiene títulos profesional. Esta es más una remembranza afectiva a
un pasado que a veces parece borrarse de la memoria parroquial y con ella la
identidad y el cariño a este pedazo de suelo hermoso, pueblito que yo adoro y
que el poeta criollo busca forjar en filigrana de oro y plata en la memoria
añosa de la decana de las parroquias piñasiense que hoy celebra alborozada 83
años de vida jurídica.
Un pueblo que no
conoce sus raíces es un pueblo carente de identidad.
El cariño a la
tierra se construye caminando en su regazo, sintiendo su alegría, su dolor y
hasta el cansancio de sus años.
Quien no ama a su
tierra no merece llevar su polvo en su memoria y el color de su piel debería
ser su vergüenza, porque esa piel se tiñó con el sol y el viento del terruño en
que nació y a cuyo amparo creció.
Fredy Torres A.
Enero 26 del
2023.