SAN ROQUE EN SU SEPTUAGÉSIMO
SEGUNDO ANIVERSARIO DE
ERECCIÓN PARROQUIAL
1940 – 2012
San Roque, la
septuagenaria, y Benemérita parroquia del cantón Piñas, en la provincia de El
Oro, está celebrando setenta y dos años de su creación como parroquia del
cantón antes mencionado.
En 1939, este
libérrimo poblado campesino, constituía un barrio muy importante, de la
parroquia La Merced de las Piñas, integrante a su vez, del cantón Zaruma; dada su incidencia poblacional en la
parroquia, la Diócesis de Loja, la eleva a la categoría de Capellanía de “San
Roque”, asignándole al Reverendo Agustín Riofrío, como su primer Sacerdote,
quien junto a los pobladores de este progresista pueblo elevan la solicitud de
parroquialización a la Ilustre Municipalidad de Zaruma, misma que la aprueba en
su totalidad un 19 de agosto de 1939, siendo posteriormente remitida al H.
Congreso Nacional, donde se expide el correspondiente decreto de creación
parroquial, el 26 de enero de 1940.
A la fecha de su
creación, constituían barrios de la flamante parroquia, los caseríos de: San
Roque, Balsas, Marcabelí, Guerras y Capiro. Jurisdicción que por supuesto
también era atendida en el campo religioso por la naciente parroquia Civil y
Capellanía Eclesiástica.
Llega esta
celebración, como un acto oficial más, en el que se rinde homenaje a la memoria colectiva de la creación de la
parroquia, sin mayor trascendencia entre
sus propios moradores, quienes por lo regular se dedican a sus actividades
diarias, pasando por desapercibido esta importante conmemoración.
La nueva estructura
del Gobierno parroquial, regulada por el Código Orgánico de Organización Territorial,
Autonomía y Descentralización (Cootad), permite inaugurar algunas pequeñas,
pero importantes y necesarias obras, que
a no dudarlo coadyuvan al desarrollo y mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad, o al menos
ese es su propósito básico.
Sin embargo, que
sucede realmente en el desarrollo humano sustentable; ¿Cómo viven las familias
que constituyen la parroquia?, ¿Qué hay de los actores sociales fundamentales
de la misma?, ¿Qué sucede con la organización y la participación social?
Las respuestas a
estas interrogantes están a la luz del más mínimo análisis, no existe una
organización social que lidere el desarrollo de propuestas socioeconómicas de
participación social, comunitaria, colectiva; Lo que se observa es una economía
de subsistencia individual, en muy pocos casos familiar, donde cada uno
sobrevive al azaroso vaivén de las posibilidades diarias.
Una sociedad rural,
inserta en un capitalismo dependiente marginal, en la que se incluyen muy pocos
pequeños agro productores y artesanales que
utilizan la poca mano de obra, con relación de total precariedad
laboral, con salarios muy por debajo del mínimo unificado, sin observancia de
la legislación pertinente; otro sector
de empleados públicos y privados que
laboran fuera de la jurisdicción parroquial, un pequeño número de personas
ocupadas en el sector servicios preferentemente en la cabecera cantonal y el
resto de la población son migrantes, cuyas remesas permiten la subsistencia de
sus familias en la localidad; esa es la composición socio económica de la
parroquia, en cuyo contexto no se avizora
al menos ninguna propuesta de organización social productiva, orientada
al desarrollo sustentable de la comunidad que le dé vida propia, que sustente
sus raíces ancestrales y proponga el reconocimiento de su identidad como pueblo
y sector humano definido estratégicamente.
Es imprescindible
emprender acciones tendientes a la construcción de una colectividad de
ciudadanas y ciudadanos activos, participativos, empoderados de sus
posibilidades de desarrollo, pero en sentido colectivo, de parroquia, no
únicamente como actores individuales extractores de la riqueza tanto natural
como humana de la parroquia en beneficio particular de sus propias economías y
en detrimento de los demás miembros de la jurisdicción parroquial que terminan
marginados, expulsados hacía otros sectores del cantón, provincia, país o el
mundo en busca de posibilidades de subsistencia.
Es importante la
presencia de los organismos del estado capaces de promover y ejecutar obras con
una participación social activa, que involucre a los miembros menos afortunados
de la sociedad parroquial, en emprendimientos
comunitarios que se sustenten en el uso y explotación de los recursos
naturales propios de la parroquia, facilitando formación humana, profesional,
técnica, asesoría organizacional, productiva, financiamiento y asistencia
técnica por lo menos hasta que dos o tres proyectos de producción comunitaria
estén en marcha, y generando rentabilidad para las familias involucradas; este
es un planteamiento de gran envergadura que no puede ser ejecutado únicamente
con la buena voluntad de las autoridades locales, es necesaria la intervención
decidida, efectiva y no burocratizada del Ministerio de Inclusión Social y
Económica, propiciando un verdadero desarrollo socioeconómico de la comunidad,
desde dentro de ella misma, con sus actores connaturales, usando la riqueza
intelectual, artística y practica de las
y los sanroquences; antes que obligarlos a la lucha por sobrevivir, donde
siempre unos muy pocos se apropian de los bienes y recursos de los más, y los
últimos subsisten de las migajas, tornándose agresivos, mezquinos y egoístas,
anti valores que se cultivan como herramientas necesarias de supervivencia en
una sociedad primaria donde el éxito es del más vivo y del más fuerte.
Ojala las autoridades
competentes se hicieran eco de esta
observación y dedicaran algún tiempo al análisis de esta realidad, que
no corresponde únicamente a esta parroquia, sino a la generalidad de nuestros
pueblos, y con espíritu progresista y solidario, alejado de los cálculos electorales,
decidan trabajar efectivamente en
propuestas similares.
No será fácil, porque
ello implica el cambio de la concepción del desarrollo y sobre todo de la
gestión de lo público desde y hacia la comunidad, no como autoridad de control e imposición, sino como acción solidaria de
desarrollo por el buen vivir.
Fredy Torres A.
Enero 26 del 2011.
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