jueves, 26 de enero de 2012

SAN ROQUE EN SU SEPTUAGÉSIMO SEGUNDO ANIVERSARIO DE ERECCIÓN PARROQUIAL 1940 – 2012



SAN ROQUE EN SU SEPTUAGÉSIMO 

SEGUNDO ANIVERSARIO DE  

ERECCIÓN  PARROQUIAL


1940 – 2012










San Roque, la septuagenaria, y Benemérita parroquia del cantón Piñas, en la provincia de El Oro, está celebrando setenta y dos años de su creación como parroquia del cantón  antes mencionado.
En 1939, este libérrimo poblado campesino, constituía un barrio muy importante, de la parroquia La Merced de las Piñas, integrante a su vez, del cantón Zaruma;  dada su incidencia poblacional en la parroquia, la Diócesis de Loja, la eleva a la categoría de Capellanía de “San Roque”, asignándole al Reverendo Agustín Riofrío, como su primer Sacerdote, quien junto a los pobladores de este progresista pueblo elevan la solicitud de parroquialización a la Ilustre Municipalidad de Zaruma, misma que la aprueba en su totalidad un 19 de agosto de 1939, siendo posteriormente remitida al H. Congreso Nacional, donde se expide el correspondiente decreto de creación parroquial, el 26 de enero de 1940.
A la fecha de su creación, constituían barrios de la flamante parroquia, los caseríos de: San Roque, Balsas, Marcabelí, Guerras y Capiro. Jurisdicción que por supuesto también era atendida en el campo religioso por la naciente parroquia Civil y Capellanía Eclesiástica.
Llega esta celebración, como un acto oficial más, en el que se rinde homenaje  a la memoria colectiva de la creación de la parroquia,  sin mayor trascendencia entre sus propios moradores, quienes por lo regular se dedican a sus actividades diarias, pasando por desapercibido esta importante conmemoración.
La nueva estructura del Gobierno parroquial, regulada por el  Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad), permite inaugurar algunas pequeñas, pero importantes y necesarias  obras, que a no dudarlo coadyuvan al desarrollo y mejoramiento  de la calidad de vida de la comunidad, o al menos ese es su propósito  básico.  
Sin embargo, que sucede realmente en el desarrollo humano sustentable; ¿Cómo viven las familias que constituyen la parroquia?, ¿Qué hay de los actores sociales fundamentales de la misma?, ¿Qué sucede con la organización y la participación social?
Las respuestas a estas interrogantes están a la luz del más mínimo análisis, no existe una organización social que lidere el desarrollo de propuestas socioeconómicas de participación social, comunitaria, colectiva; Lo que se observa es una economía de subsistencia individual, en muy pocos casos familiar, donde cada uno sobrevive al azaroso vaivén de las posibilidades diarias.
Una sociedad rural, inserta en un capitalismo dependiente marginal, en la que se incluyen muy pocos pequeños agro productores y artesanales que  utilizan la poca mano de obra, con relación de total precariedad laboral, con salarios muy por debajo del mínimo unificado, sin observancia de la legislación pertinente;  otro sector de empleados públicos  y privados que laboran fuera de la jurisdicción parroquial, un pequeño número de personas ocupadas en el sector servicios preferentemente en la cabecera cantonal y el resto de la población son migrantes, cuyas remesas permiten la subsistencia de sus familias en la localidad; esa es la composición socio económica de la parroquia, en cuyo contexto no se avizora  al menos ninguna propuesta de organización social productiva, orientada al desarrollo sustentable de la comunidad que le dé vida propia, que sustente sus raíces ancestrales y proponga el reconocimiento de su identidad como pueblo y sector humano definido estratégicamente.
Es imprescindible emprender acciones tendientes a la construcción de una colectividad de ciudadanas y ciudadanos activos, participativos, empoderados de sus posibilidades de desarrollo, pero en sentido colectivo, de parroquia, no únicamente como actores individuales extractores de la riqueza tanto natural como humana de la parroquia en beneficio particular de sus propias economías y en detrimento de los demás miembros de la jurisdicción parroquial que terminan marginados, expulsados hacía otros sectores del cantón, provincia, país o el mundo en busca de posibilidades de subsistencia.
Es importante la presencia de los organismos del estado capaces de promover y ejecutar obras con una participación social activa, que involucre a los miembros menos afortunados de la sociedad parroquial, en emprendimientos  comunitarios que se sustenten en el uso y explotación de los recursos naturales propios de la parroquia, facilitando formación humana, profesional, técnica, asesoría organizacional, productiva, financiamiento y asistencia técnica por lo menos hasta que dos o tres proyectos de producción comunitaria estén en marcha, y generando rentabilidad para las familias involucradas; este es un planteamiento de gran envergadura que no puede ser ejecutado únicamente con la buena voluntad de las autoridades locales, es necesaria la intervención decidida, efectiva y no burocratizada del Ministerio de Inclusión Social y Económica, propiciando un verdadero desarrollo socioeconómico de la comunidad, desde dentro de ella misma, con sus actores connaturales, usando la riqueza intelectual, artística  y practica de las y los sanroquences; antes que obligarlos a la lucha por sobrevivir, donde siempre unos muy pocos se apropian de los bienes y recursos de los más, y los últimos subsisten de las migajas, tornándose agresivos, mezquinos y egoístas, anti valores que se cultivan como herramientas necesarias de supervivencia en una sociedad primaria donde el éxito es del más vivo y del más fuerte.
Ojala las autoridades competentes se hicieran eco de esta  observación y dedicaran algún tiempo al análisis de esta realidad, que no corresponde únicamente a esta parroquia, sino a la generalidad de nuestros pueblos, y con espíritu progresista y solidario, alejado de los cálculos electorales, decidan trabajar efectivamente en  propuestas similares.
No será fácil, porque ello implica el cambio de la concepción del desarrollo y sobre todo de la gestión de lo público desde y hacia la comunidad, no como autoridad de control  e imposición, sino como acción solidaria de desarrollo por el buen vivir.

Fredy Torres A.
Enero 26 del 2011.



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