Reencuentro estudiantil escuela Dr. Guillermo Guzmán Ayora

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105 años de la escuela Francisco Pizarro _ Dr. Guillermo Guzmán Ayora
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lunes, 27 de febrero de 2023

Reminiscencias de mi viejo a los 27 años de su partida.

Reminiscencias de mi viejo 
a los 27 años de su partida 


Ángel Benigno Torres Gallardo



Te recuerdo, allá arriba, en la media subida al cerro de la Chuva, sentado sobre algunas ramas caídas del viejo árbol de mango, al amparo de una inmensa piedra, sobre la cual crecían helechos y wicundas pequeñas. Entre gruesos trozos del tronco de un majestuoso mango recién cortado. Entonando con vehemencia música ecuatoriana de la vieja guardia, que seguramente invocaban recuerdos de tu ya distante juventud, sentado, con la espalda encorvada, sosteniendo entre tus piernas un trozo de árbol de mango de unos 60 cm de diámetro por unos 20 cm de espesor, con gran habilidad y mucha paciencia después de haberlo emparejado con un simple machete, ahora con una azuela excavabas el corazón del tronco hasta convertirlo en un batan, que después de pulirlo con afilados trozos de vidrio iría a parar en la cocina de alguna familia para majar el plátano, agregarle maní y preparar el delicioso molloco para el desayuno de la gente de esta parte del mundo. 

Te recuerdo acomodado en el patiecito posterior de la casa, sobre una banqueta afirmada en el pálido y amarillento piso de tierra pulida, junto a la vieja y desteñida banca azul y al horno de azar pan cantando entusiasmado “por más distante que de aquí me encuentre por algo siempre me han de recordar” mientras picabas en cuadritos pequeños algunas cañas dulces para darles de comer a las gallinas y a los dos chanchitos del corral. Sí, porque siempre fuiste creativo, de imaginación fértil y prolija, difícilmente hubo un problema para el que no encontraras solución. Toda madera, fierro viejo o lata retorcida en tus manos siempre se convertía en un artilugio para solucionar un problema, una carencia. 

Te recuerdo los sábados y domingos en tu quiosco de la playita, junto a la cancha de ecuaboly, ubicado en tu terreno junto a la vía principal, vendiendo refrescos, cigarrillos, golosinas y por supuesto una que otra botella de aguardiente a los agitados jugadores de boly, a los mayorcitos, que ya caída la tarde hacían rueda junto a las mesitas del lugar para jugar algunas partidas de naipe. Luego cuando ya la noche llegaba y correspondía subir a la casa, juntos emprendíamos el camino por un pequeño chaquiñán junto a la cerca de grandes guabos machetones, guandos y totumos; al calor de las copas injeridas, entusiasta me contabas experiencias de juventud y la historia de canciones como “Olga se llamó la ingrata que me hizo sufrir ……” 


Te recuerdo vendiendo mercancías en el mercado, transportando productos de Portovelo a Piñas, trayendo mercadería de Aguas Verdes, ingeniándote procedimientos para no perder tus productos en la aduana, tu ingenio en la cocina, esa gastronomía creativa que no siempre era la más sabrosa, aunque creo siempre sería la más nutritiva y sana. Como olvidar los sábados a tu llegada de Portovelo con un enorme queso lojano redondo envuelto en hoja soasada de bijao de color verde y café, una funda de pan grande y pesado para comer con el queso, queso que por cierto tu gustabas de ponerlo en tu taza de café caliente para degustar la mantequilla que se desprendía por efectos del ardiente líquido. A veces en el saquillo que traías tambien venían zapotes, naranjas, granadillas quijas y otras delicias. 


Recuerdo tus largos discursos en mis visitas cuando ya joven venía de Quito a visitar la casa, al calor de algunos tragos me hablabas sobre el bien, el mal, el honor, la dignidad y la necesidad de ser y actuar como un hombre íntegro. Recuerdo tu afán de servicio a los demás, tu habilidad de quiropráctico ancestral recolocando huesos, sanado golpes o simplemente informando gracias a tu experiencia si era solo un golpe o estaba dislocado y requería intervención experta, tus dotes de curandero de barrio, colocando inyecciones y compresas, dar friegas y masajes curativos, tu capacidad para tazar peso y valores de cerdos, para organizar a la comunidad en torno a objetivos comunes, las mingas para limpiar caminos vecinales, traer y cuidar el agua para consumo doméstico y riego, tu autorizada palabra en litigios de tierras y cercas, tu capacidad para cultivar la tierra, tus dotes de carpintero, albañil y arquitecto natural. 


En fin, querido padre hoy que han transcurrido 27 años de tu partida te recuerdo como lo que fuiste, a mis ojos del entonces niño, adolescente y joven, y te valoro desde la luz que otorga el sol poniente de mi atardecer, un hombre luchador, creativo y muy imaginativo, que lucho por sobrevivir junto a su familia, no bueno, no malo; porque son conceptos muy relativos, pero sí, sin duda alguna, un gran ser humano que dejó huellas profundas en su familia y en su entorno social inmediato, capaz de aún continuar viviendo en la memoria popular de las gentes de este pedazo de tierra que te vio nacer y a la que amaste con denuedo. 

Hasta siempre. 

Fredy Torres A.
27/2/2023.

jueves, 26 de agosto de 2021

Semblanza de Ángel Benigno Torres Gallardo 1926 – 1996

 

Semblanza de Ángel Benigno Torres Gallardo

1926 – 1996

 

Retrato de Ángel Torres Gallardo
Partida de Nacimiento Ángel Torres Gallardo


Haciéndome eco de la máxima popular que expresa que las personas siguen vivas mientras su recuerdo permanece en la memoria de sus semejantes, quiero en este día especial rememorar y compartir con familiares y amigos la imagen que tengo de mi padre Ángel Benigno Torres Gallardo, con ocasión de lo que sería su cumpleaños numero 95. En este propósito retomo y amplío un retrato que hiciera de él, en una fecha similar hace ya dos años. Espero me dispensen su generosa lectura, y quienes lo conocieron y tienen buenos recuerdos o anécdotas positivas de él nos lo hagan a conocer, para honrar su memoria.

Familia Torres Acaro. 1987

 

Un 26 de agosto de 1926, aquí en esta tierra hermosa de Tarapal, en el hogar de Javier Torres y Cleofé Gallardo empezaste tu aventura de vivir, de cuna campesina, piel curtida por el calcinante sol del trópico, junto al frío de los amaneceres, que siempre te sorprendieron entre sembríos, o endilgando el agua para el maní que brotaba de tu fértil tierra, tornaron tu rostro cobrizo, y endulzaron tu vida con el azúcar de los cañaverales, en cuyos surcos viviste largas y agotadoras jornadas.


Ángel Torres 1987

 Hombre de mil oficios, profesional de la vida, héroe de la supervivencia; como la mayoría de los campesinos, recio, fuerte y alegre, disfrutando de la vida, en cada flor, en cada planta, en cada chacra, en cada sonrisa y aún en cada lágrima; agricultor de profesión, hijo de patria campechana, médico de barrio, shamán a lo mestizo, albañil, maestro de obra, constructor de casas, carpintero, ladrillero, tasador, artesano labrador del mango, el colorado y el paltón; de cuyos troncos extraías batanes, bateas cucharas y más;  instructor, comerciante, consejero de juventudes, etc.

 La vida te quedó corta, nunca supiste quedarte quieto, hasta que tu luz fue cediendo a las tinieblas del eterno anochecer, hasta unir tu ser a esta tierra que te vio nacer, a la cual tu vida entera dedicaste, construyendo caminos, acequias para agua, agitando su vientre, su cadera y sus pechos, para que de ella brotara el dulce néctar de sus cañaverales, maizales, y frutales, desde el manso lecho de la quebrada, que con sus aguas cristalinas fecundaba el prolífico valle hasta el yaragual del cerro, que en invierno se cubría de verdes cementeras, ahí están tus huellas, ahí tus recuerdos, tu sangre y tu sudor, padre mío, por eso amo esta tierra, porque es tuya y es mía, porque es nuestra, nuestra heredad, fortaleza y presencia; aunque hoy este querido pedazo de tierra que se llama Tarapal, no es ya ni la sombra de lo que fue cuando, era tu mayor querencia.

No cursaste aulas de colegio ni de universidades, en aquellos tiempos eso era un lujo al que solo accedían unos pocos privilegiados, sin embargo, te las ingeniaste para ser autodidacta en un amplio espacio del conocimiento, desarrollaste un pensamiento critico y sobre todo la cultura de la sospecha, siempre buscabas más allá de lo aparente, aprendiste que la verdad no siempre está a flor de piel y debe buscarse entre líneas. Esa actitud te hizo rebelde, desconfiado y a la vez abierto a nuevas formas de la verdad, vale decir a otra verdad que no explicaban en las radios, en los libros ni los sabios señores que se creían dueños de la verdad. Construiste una visión especial de la vida, era tu forma de ver las cosas, en mucho distinta a tu entorno y eso te hizo especial a la hora de valorar prioridades.

 

Esa forma especial de interpretar la realidad, esa rebeldía construida en el contraste de la verdad explicita y la verdad oculta corre por las venas de tu descendencia manifestándose según las circunstancias y voluntad de cada uno de nosotros.  Tu pensamiento y accionar han sido las semillas de una familia que crece y florece, como tus matas de café, de naranjas o los majestuosos guabos del lindero, o la orilla de la carretera. A pesar del vacío de tu ausencia nos reconforta la lucidez de tu áurea inteligencia y la bondad de tu gran corazón sigue iluminando la senda de tu gran familia.

Por ello hoy revivimos tu recuero para expresarte el gran cariño y respeto que guardamos para ti.

 

Fredy Torres a.

Agosto 26 del 2021.