Reencuentro estudiantil escuela Dr. Guillermo Guzmán Ayora

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105 años de la escuela Francisco Pizarro _ Dr. Guillermo Guzmán Ayora
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viernes, 31 de marzo de 2017

QUE CADA QUIEN VOTE COMO QUIERA, ESO ES DEMOCRACIA, ESO ES SER LIBRES.

QUE CADA QUIEN  VOTE COMO QUIERA, ESO ES  DEMOCRACIA,
ESO ES SER LIBRES.

En esta tristemente célebre etapa de campaña se ha escuchado y leído con mucha frecuencia esta frase, o similares, aunque utilizando términos distintos; y quienes la han pronunciado, escrito, escuchado o leído, sin importar su nivel de formación académica, en muchos de los casos lo han hecho con total convicción de afirmar una verdad irrefutable, plenamente convencidos que aquello que dicen es verdad, eterna e inmutable.


Consecuentemente de la forma más respetuosa y objetiva posible, comedidamente os invito a reflexionar sobre el contenido explicito e implícito de estas “verdades irrefutables”, sobre la imagen mental básica que se ofrece a primera vista a quien la lee o escucha,  y el contenido ideológico, sociológico y filosófico que se oculta tras este aparente mensaje de libertad, de poder, de soberanía individual, de elegir aquello que quiero, porque así lo deseo, no porque nadie me lo dice, o me presiona para hacerlo.


 En primer lugar, el mensaje, es el fundamento  filosófico, ideológico y económico del liberalismo, que a su vez es el sustento teórico del sistema capitalista, “que cada quien viva como quiera y como pueda, que coma lo que quiera y cuando pueda, que vista lo que desee y cuando se le ocurra hacerlo, que nadie le diga que hacer, como actuar, cuando protestar o cuando callar, porque todos somos libres capaces y autónomos” es el argumento preferido por publicistas que promocionan desde un shampoo, hasta la imagen de un candidato, y cala profundamente en los ciudadanos, porque le da sensación de libertad, poder y auto suficiencia;  pero, ¿qué pasa en la realidad cotidiana de nuestras vidas?, ¿realmente se ejerce ese poder? La respuesta inequívoca es ¡NO!; no,  porque vivimos en una sociedad con un complejo sistema organizativo, en el que se han creado estructuras de poder, tan antiguas como la sociedad misma, cuyo objetivo supremo es mantener el control total o parcial de los seres humanos,  de sus actos, de sus pensamientos, de sus gustos, aficiones y aún de sus necesidades;  lo cual nos ha trasformado en criaturas de los  intereses y empeños de las grandes corporaciones transnacionales, y de repente inconscientemente nuestros gustos intereses, y aún ciertas necesidades, coinciden plenamente con las de dichos poderes, quienes nos van presentando prototipos de todo, como ser, como actuar, que decir, que comer, como vestir, cuando callar y cuando hablar; entonces, sorprendentemente nuestra libertad es justamente la que les conviene a quienes detentan el poder económico , social e ideológico dominante, cuyo paradigma se impondrá a través de su inmensamente poderosa y múltiple red de difusión, que incluye cadenas de comunicación: televisión, prensa escrita, radio, Internet, espectáculos, cine, y sistemas educativos clásicos en sus diferentes niveles.


Entonces aquello que se presentó inicialmente como el ejercicio soberano de nuestra libertad y autonomía, termina siendo paradójicamente el mayor instrumento de sometimiento y esclavización.
En segundo lugar, la frase motivo de este análisis, encierra un supuesto esencialmente individualista y egoísta, que anula toda conciencia de pertenencia a un grupo social determinado, de organización y solidaridad, que le da a la vida una noción simplista, “cada quien ve por sí mismo, basta que yo esté bien, los demás que me importan, no son mi problema” añadiendo perlas léxicas como “yo vivo de mi trabajo, no de la política”.
Es precisamente, esta visión distorsionada de la realidad,  la que alienta el poder y se trasmite a través del paradigma dominante, porque destruye la organización social del ciudadano,  su sentido de pertenencia a un grupo social dado, en el que lo ha ubicado las relaciones sociales de producción que se generan y desarrollan en un sistema económico específico, es decir, se nos impide reconocernos como obreros, proletarios, empleados, comerciantes, estudiantes, o jubilados, etc.


Al despojarnos de este sentido de pertenencia, olvidamos que la sociedad se estructura en clases sociales, de acuerdo al lugar que ocupamos en la organización productiva y peor aún perdemos identidad social, tornándonos excesivamente vulnerables, a nuestros dominadores, - recordemos la vieja lección de los juncos atados y sueltos -  convirtiéndonos en  traidores inconscientes de nuestro propio grupo,  clase social,  defendiendo los intereses de quien nos domina y continuará haciéndolo, porque parafraseando a Lenin, son contradicciones de clase, antagónicas, e irreconciliables.
En tercer lugar, la democracia, desde su clásica definición griega,  se concibe como “el gobierno del pueblo para el pueblo” no como el libre arbitrio, pues el concepto mismo de democracia, solo tiene cabida en una sociedad organizada, en la que dilatando el concepto griego, se puede entender como el gobierno electo por la mayoría, por lo tanto ha de concebirse que quien lo ejerza, será un miembro de la mayoría social, a la que representará, respetará y defenderá.


Sin embargo, entonces y ahora, tal es un enunciado vacío, sin valor práctico, primero porque el vocablo pueblo, solo es un eufemismo que encubre profundas diferencias sociales, lo cual beneficia a quienes controlan el poder, luego porque la democracia nominal, ejercida a través del voto, está viciada del mismo efecto obnubilante  que todos nuestros gustos deseos e intereses, nos venden la imagen de un candidato,  haciendo parecer a nuestros ojos y oídos, que su visión, intereses y necesidades son los nuestros, y que lo que es bueno para él y su grupo, lo es para todos, mágicamente se borran las diferencias sociales y todos somos uno.
Ese es el gran discurso que se impone a través de todos los medios, termina haciéndonos olvidar hasta de nuestros nombres no solo de la posición social, pues la mentada libertad se ha esfumado.
En conclusión el que cada uno vote como quiera, no es  expresión de libertad, lo es de supremo egoísmo e individualismo, que beneficia a quienes siempre nos han gobernado, haciendo prevalecer sus intereses ya de clase, ya de grupo, por sobre los de las mayorías, votar como se me antoje, no es libertad, es una irresponsabilidad que la pagaremos, conjuntamente con nuestras familias, vecinos, compañeros de trabajo, y clase social.


Ser libres implica analizar críticamente la multiplicidad infinita de formas en que el mensaje paradigmático del poder, el gran discurso del bien y del mal,  llega a nuestra mente, para dilucidar en qué lugar de la pirámide social nos encontramos, para quien trabajamos, quien se queda con  la mayor parte de la rentabilidad, que genera nuestro trabajo cotidiano,  y finalmente quien gana realmente, cuando hacemos lo que ese discurso nos hace ver como libertad, poder de decisión y autonomía.
Si usted es de los que afirma que vive de su trabajo y no de la política, piense que quien gobierna el país mediante su administración puede beneficiar el interés de los más pobres, puede ofrecerle mayores oportunidades de trabajo, de emprender en actividades productivas, facilitar su 

implementación, o puede gobernar para  la clase y grupo al que él pertenece y representa, entonces, disminuirán sus oportunidades de trabajo,  habrán más trabas para el emprendimiento de los grupos sociales oprimidos, porque definitivamente los intereses de los grupos sociales dominantes y los nuestros, no son los mismos,  son contrapuestos, lo que para ellos es ganancia, para nosotros es perdida, y eso no lo cambia el maquillaje de las palabras ni imágenes.


Respetable elector, por favor considere estas reflexiones antes de depositar su voto.


Fredy Torres A.

Piñas, marzo 31 del 2017.

viernes, 28 de junio de 2013

LIBERTAD, DERECHOS HUMANOS, PRIVACIDAD Y AUTODETERMINACIÓN



LIBERTAD, DERECHOS HUMANOS, PRIVACIDAD  Y AUTODETERMINACIÓN


 

Son categorías conceptuales que el capitalismo  exhibe como principios fundamentales  de su estructura ideológica, jurídica y social, supuesto axiológico que surge históricamente  con el arsenal ideológico que fundamenta el predominio del capitalismo sobre el feudalismo, que  se simboliza con la Revolución Francesa de fines del siglo XVIII.

Sin embargo son precisamente, estos  conceptos, los más manipulados por la élite capitalista, ya que como decía Marx, en una sociedad de clases antagónicas, el lenguaje y consecuentemente los conceptos también, son antagónicos, con significantes bipolares, ya que, lo que la élite llama libertad, para las masas significa opresión, lo que en lenguaje de las potencias se denomina autonomía, para el resto de países significa dependencia, lo que significa privacidad y respeto para la forma de actuar y pensar de las élites, implica vigilancia sobre lo que hacen y piensan los demás.

Cualquier razonamiento que no esté en la línea del poder será peligroso para ellos y por lo tanto digno de ser calificado como delito, con epítetos aún más expresivos como traidor, criminal, delincuente. Si no preguntémosle a quienes se han atrevido históricamente a desafiar al imperio o simplemente al poder ya sea a escala local, internacional o global.

Recientemente Edward Snowden, Julian Asange, Martin Luter King, Mandela, Gandhi, Spartaco; entre los nuestros Chávez, Eloy Alfaro, Ernesto Cardenal, Emiliano Zapata, Comandante Marcos, Monseñor Leónidas Proaño, Alberto Luna Tobar, entre otros.

 


De esta maniquea conceptualización, se desprende que con tanta naturalidad las definiciones de estos términos respondan estrictamente a los intereses de la cúpula que los maneja y no a la objetividad universal, ya que los intereses, necesidades y perspectivas no son universales.

Por ello cuando se lee o escucha argumentos sobre esta temática vale considerar quien los sostiene, en qué contexto y cuan es su historia. Y créanme los imperios  y más aún los EE. UU de América del Norte,  no tienen ninguna autoridad moral para hablar de libertad, derechos humanos, autodeterminación, o respeto al libre pensamiento.

Cómo pequeña muestra de la afirmado agrego el siguiente fragmento de un artículo de Tomado de la Pupila Insomne, del 24 de junio del 2013, escrito por Juan Alfonso Fernández González



INTERNET, ESPIONAJE Y EXTRATERRITORIALIDAD
Juan Alfonso Fernández González
Tomado de la Pupila Insomne, del 24 de junio del 2013

Las recientes revelaciones sobre el programa PRISM [1] de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los Estados Unidos, y la operación Tempora [2] de la Dirección de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ) del Reino Unido para realizar espionaje a las comunicaciones internacionales con la colaboración de las empresas que brindan los servicios más populares de internet han sido recibidas con preocupación por millones de personas en todo el mundo que utilizan estos servicios.
Sin embargo, para muchos esta noticia no es más que una confirmación de algo ya ampliamente conocido, por lo que su importancia no radica en su novedad sino en que ha traído a la luz pública el debate sobre el endeble marco legal en el que se basa la operación y los servicios de internet.
Pero antes de adentrarnos en las posibles consecuencias de estas revelaciones comencemos repasando lo que ya es sabido:
El gobierno de los Estados Unidos espía las comunicaciones mundiales.
En 1960 fueron develadas por primera vez las actividades de espionaje a las comunicaciones mundiales que realizaba la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), creada 8 años antes mediante una orden ejecutiva secreta del Presidente de los Estados Unidos.
Posteriormente, en 1977, surgió la red global de espionaje ECHELON operada por la NSA de conjunto con entidades de otros 4 países angloparlantes: Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda.
Este sistema cuenta con estaciones de intercepción electrónica y una flota de satélites para capturar, a escala mundial, todas las señales de comunicaciones que se transmitan por cualquier vía: por radio, satélite, microondas, red de telefonía celular, líneas telefónicas y fibras ópticas.
En el año 2001 el Parlamento Europeo “descubrió” la existencia de este sistema y expresó preocupación por su alcance, no sólo con relación a la intromisión en la vida privada de las personas, sino también por su uso con fines de espionaje industrial para brindarle una ventaja competitiva a las empresas de Estados Unidos con respecto a sus rivales europeas.
En el año 2003 se reveló una operación de espionaje a miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que se encontraban en esos momentos debatiendo la legitimidad de la invasión a Irak. Esta operación, conducida por la NSA de los Estados Unidos contó con la participación de la GCHQ del Reino Unido.
Y desde hace 5 años la GCHQ ha venido desarrollando su propio programa, que en la actualidad intercepta más de 200 cables de fibra óptica que tocan tierra en las islas británicas, de donde extrae y procesa cada día 600 millones de llamadas telefónicas, todo esto realizado bajo acuerdos secretos con empresas comerciales a las que denominan “socios de intercepción”.
Las grandes empresas de telecomunicaciones e internet espían a sus usuarios.
Estas empresas almacenan los llamados “metadatos” de todo aquel que utilice sus servicios.
Se denomina metadato a aquella información sobre el “dato” y no al “dato” en sí. Por ejemplo, el contenido de una llamada telefónica o de un correo electrónico es el dato, mientras que los números telefónicos o direcciones electrónicas de su origen y destino, su localización física, la cantidad de segundos de la llamada o de palabras del e-mail, etc. son los “metadatos”.
Los metadatos permiten conformar los patrones del comportamiento de los usuarios de estas empresas, por lo que se tornan en un conocimiento valioso que es vendido a terceros que lo utilizan para colocar publicidad comercial, realizar análisis de mercados y otros usos.
De hecho los metadatos son el activo más importante de muchas grandes empresas de internet, como Google, Yahoo y Facebook, entre otras, que obtienen de la venta de éstos la mayor parte de sus ingresos.
En ese sentido se ha señalado que la base de datos que posee Facebook con los perfiles de sus usuarios tenía hace un año un valor de mercado de más de 100 mil millones de USD. Por otro lado, se estima que la venta de este tipo de datos alcanzó en el 2012 los 6 mil millones de USD.
Esto es lo que les permite a estas grandes empresas de internet ofrecer sus servicios de forma “gratuita” a sus usuarios, los cuales deben ceder su privacidad y consentir con que se recopile información sobre su persona.
Esta pauta generalizada abre una serie de interrogantes. Por ejemplo: ¿Tiene el mismo valor los metadatos de un internauta habitual de un país desarrollado que los de un ciudadano de un país subdesarrollado que ocasionalmente visita a internet? ¿Será ese el motivo por lo que las inversiones para brindar los servicios de internet tienen en cuenta a los consumidores y no a los ciudadanos? Estas preguntas definitivamente requieren un análisis que va más allá del contenido del presente artículo.
Finalmente: ¿Alguien puede asegurar que los “datos” de los usuarios no son también almacenados por estas empresas?

Este es el mundo de libertades en que nos hacen creer que vivimos.